Mientras el poeta está así observando no se da cuenta de una sombra negra que se le acerca por la espalda. "¡Cuidado, cuidado!" le dice Virgilio, y Dante se gira, pero "como quien se tarda / en ver lo que le conviene huir" él queda congelado por el miedo del peligro ya muy cercano (notar el suspenso hasta que el peligro no es explicitamente descrito). Se trata de un "diablo negro", que detrás de los dos poetas está corriendo por el puente. Trae en los hombros a un pecador doblado en dos al que tenía por el pie agarrado del jarrete. Dante tiene miedo, pero no se desmaya. Como en una farsa el diablo ignora a los dos peregrinos e inicia a gritar: (perífrasis) "¡Oh Malebranche!, aquí hay uno de los ancianos ta de Sa zita (Lucca, ciudad devota a la Santa). Metanlo abajo, que yo regreso en aquella ciudad que está bien llena de estos pecadores: allí todos son estafadores, salvo Bonturo (frase irónica, Bonturo Dati era el más corrupto de Lucca), allí el no con el dinero se transforma en ita (es decir pasada, una deliberación etc).
En la brea son castigados entonces los estafadores, que en el léxico del medioevo indicaba generalmente los tramposos que birlaban dinero en forma turbia u obtenian otras ventajas con la astucia . Por lo tanto, son castigados, más específicamente, también los extorsores y magistrados corruptos. El contrapaso es más bien genérico y consiste en el hecho que como en vida ellos actuaron cubiertos, ahora están inmersos en la oscuridad de la brea (como es sintetizado en el verso 54). Los diablos, será dicho en seguida, tienen la tarea de lastimar a quienes intenten aunque sea aparecer, un poco como hacen los vasallos de los cocineros cuando empujan hacia abajo la carne que sobresale de una olla que hierve (similitud del verso 55-57). Ellos no son interpretables según un preciso contrapaso, pero su presencia provocará un episodio entre el chistoso y el grotesco que tendrá como tema principal el de la astucia y que será desarrollado también en los próximos dos cantos.
CANTO VIGÉSIMO SEGUNDO
Entonces los estafadores apenas ven la sombra de los diablos se vuelven a hundir, pero uno de ellos (y Dante al repensar mientras escribe se estremece todavía), siempre como hacen a veces las ranas, es demasiado lento a hundirse y viene sostenido por Grafiacane, el diablo más cercano, que lo toma de los cabellos, y lo tira hacia arriba como se pesca una nutria.
Dante, con su extrema precisión, dice que se acuerda de todos los nombres de los diablos porque los sintió llamar a uno por uno. Los diablos están gritando "Eh Rubicante! ¡Muévete y plántale el garfio en la espalda, y desuéllalo!" pero Virgilio, por pedido de Dante, pide que antes el condenado diga quien es presentándose.
Él responde que es nativo de Navarra y que su madre lo puso al servicio de un señor, siendo su padre ya muerto por haber destruido a si mismo y a sus cosas (suicidio y derrochador). Entró después en la familia (entendida aquí como conjunto de siervos) del rey Tebaldo (Thibaut II de Navarra o Thibaut V de Champagne) con el cual cumple el pecado de estafador por el cual es castigado. Los comentadores antiguos dieron a esta figura el nombre de Ciapolo de Navarra (quizás una contracción de Giampaolo o del francès Jean Paul), pero las noticias históricas están limitadas al texto dantesco.
CANTO VIGÉSIMO TERCERO
Los condenados están pintados es decir cubiertos con un deslumbrante
dorado, y van con pasos lentos llorando, con un ritmo de quien está vencido por
el cansancio (Hendíadis). Están vestidos con amplias capas de monjes, como
tienen los de Cluny,
pero que en el interior están forradas por pesado plomo y son así de pesadas que las de Federico II, en comparación, parecían de
paja: una alusión a una leyenda sobre la crueldad del Emperador, inventada y
difundida por el partido güelfo, a la cual Dante creía, creyendo que él soliese
castigar quien era culpable de traición con una capa de plomo antes de meterlo
en una caldera en llamas. Los condenados, "atendiendo
al triste llanto" caminaban
así de lentos que a cada nuevo paso los dos poetas se encontraban a superar y a
alcanzar a alguien distinto. La atmósfera de este canto fue definida como conventual,
de hecho la fosa es definida en los versos 91-92 "colegio"(palabra que
generalmente indicaba una comunidad de frailes de los hipócritas).
El contrapaso de estos condenados (se descubrirá
enseguida que son hipócritas) consiste en la analogía respecto a sus conducta
de vida: en el externo mostraban una explendida figura, escondiendo en su
interior el verdadero oscuro pensamiento. Puede haber Dante influenciado
también la etimología que Uguccione de la Faggiuola da a la palabra hipócrita, es decir formadas
por la palabras griegas hypò,
"bajo", y chrysòs,
"oro"
(en verdad debería derivar de hypocrités,
"actor"). La visión que Dante tenía de estos pecadores estaba
seguramente influenciada también por los evangelios,
donde Jesúscriticaba
con vehemencia durante sus predicaciones tal actitud. La hipocresía es también
el tema dominante de Fiore (flor) poema en endecasílabos considerado por algunos como una obra
juvenil de Dante.
CANTO VIGÉSIMO CUARTO
Inicia entonces la subida a través de las ruinas del puente, con Virgilio que toma a Dante y lo levanta hacia la cima de una roca, mirando en tanto otra en la cual Dante pueda sostenerse, recomendándole que primero se fije si la roca puede sostener su peso ("De aquel te agarres probando antes si es tal que te resista"). No era por cierto un camino, dice Dante, posible para quien tuviese encima una capa, queriendo explicar como aquello no fuese un recorrido que pudiese permitirle a los hipócritas salir de su fosa. Afortunadamente las Malebolge se degradan ligeramente hacia el pozo central, por la cual la orilla interna está siempre un poco más baja que la otra, y al final los dos poetas logran llegar a la última piedra en cima a las ruinas del puente destruido.
Llegados a la cima Dante tiene la respiración cortada y se sienta sobre la primera roca que encuentra porque no puede más ("que más ya no podía" - v. 44), pero Virgilio toma rápidamente a Dante y con solemnes sugerencias y estímulos lo incita a comenzar en seguida la marcha.
Las palabras de Virgilio son famosas por su rigor e importancia, aunque leídas en el contexto de la situación suenan un poco fuerte. No hay que olvidarse su valor sobre todo simbólico, no ligado solo a la situación de cansancio en que se encuentra Dante.
Él dice al discípulo que sentándose sobre las plumas o bajo techo no se gana fama durante la vida. Quien hace así en la tierra deja la pista que hace el humo en el aire o la espuma en el agua. Por eso es necesario que Dante se levante y derrote el cansancio, porque el ánimo tiene el poder de vencer cada batalla si el pesado cuerpo no se derrumba. Bien más larga será la escalera que le espera (es decir el P) porque no basta con separarse de los condenados ("Más larga escala nos espera; / no basta haber partido de este abismo" vv- 55-56). Esta última frase encierra todo el sentido del viaje simbólico en el infierno: Dante está recorriendo un camino iniciador hacia el bien y el conocimiento de lo divino, pero antes que todo debe saber todos los pecados (expiación, cumplida a través del Infierno), después cumplir un recorrido de purificación a través del Purgatorio, porque solo conocer el mal y evitar de usarlo no es suficiente para la bendición. Si bien la opinión más difundida sobre la "escalera más larga" sea aquella apenas dicha, Manfredi Porena hace notar que la subida más cansadora que Dante deberá hacer no es la del Purgatorio. Se vera de hecho que sobre la plata de la montaña, a almas llegadas en ese momento, Virgilio dirá que ellos dos llegaron allí por camino "duro y fuerte" y que subir la montaña será un juego (Purgatorio II, vv. 64-66). Y el camino del cual aquí habla es aquel que subieron del centro de la Tierra a la isla del Purgatorio: esta debe ser entonces la escalera más larga a la que se refiere Virgilio. Y el v. 56 significará: "no basta irse de estos pecadores; deberás irte de todo el Infierno".
CANTO VIGÉSIMO QUINTO
El reptil de seis patas se cuelga del vientre del condenado con las patas centrales, con las anteriores a los brazos y con la boca le muerde la cara. Así, le apoya las patas posteriores sobre los muslos y le pasa la cola entre las patas apoyándola sobre la espalda. La bestia está agarrado como la HEREDA a los árboles y los dos cuerpos inician a fundirse como la cera caliente, uniendo los dos colores en un tono que no es de ninguno, como el de la hoja que se quema, donde entre la hoja blanca y el negro del quemado aparece un color intermedio marrón.
Los otros dos condenados miran, un poco con curiosidad, y otro poco con miedo y dice "Agnel" no es más "ni dos ni uno", es decir la fusión no creó un nuevo individuo, sino un monstruo horriblemente transfigurado. Ellos están "perdidos" en la nueva forma, con las cabezas unidas en un único rostro, las extremidades anteriores se transformaron en dos de cuatro (es decir los dos brazos del hombre y las dos extremidades anteriores del reptil se transformaron en las patas anteriores del monstruo. ). Los miembros se fundieron en unos jamás vistos. Y así el monstruo se va.
CANTO VIGÉSIMO SEXTO
El poeta aumenta la dosis diciendo que si bien quizás el castigo ya llegó, no fue solicitada ("Y si ya hubiera ocurrido, dirán que fue tarde", v. 10) y, visto que la reconoce como necesaria, espera que llegue pronto ("¡Ojalá fuera ahora, ya que ha de ser!", v. 11) porque la desventura de Florencia lo lastimará más cada vez que la edad avanza ("que más me abatirá, cuanto más me pase el tiempo", v. 12). No todos los comentadores concuerdan sobre el porqué Dante espera que el castigo llegue pronto. Algunos sostienen que la desventura de Florencia, si bien ineluctable, llene a Dante de dolor, que más le será grave con el pasar del tiempo. El viejo de hecho soporta menos los dolores, se hace siempre más dispuesto al perdón y el amor por el lugar de nacimiento crece con la edad. Según otros Dante quiere en cambio decir que más el castigo tarda, tanto más se sufrirá por no haber gozado por mucho tiempo del castigo. Esta interpretación se contradice con el "¡Ojalá fuera ahora, ya que ha de ser!", que reconoce la necesidad del castigo, pero lo hace de mala gana. Es curioso que los comentadores modernos acepten más como correcta la primera hipótesis y los antiguos por la segunda; muestra como en el fondo la lectura de este pasaje mutó según nuestra sensibilidad y forma de pensar.
CANTO VIGÉSIMO SÉPTIMO
Guido hizo su pedido pensando que los dos peregrinos fueses dos almas condenadas hace poco. No hay ningún elemento que indique que estos condenados puedan ver con la vista: ellos solo escuchan y hablan. Virgilio se dirige entonces a Dante, que todavía está apoyado a la roca del puente y que debe ser tocado sobre el costado para llamarle la atención, y entonces le dice: "Habla tu; este es latino" (es decir italiano). Dante entonces, que dice que ya tiene preparada la respuesta, inicia a trazar un cuadro de la Romaña del 1300, citando cinco ciudad-feudo con un terceto cada una. Pero antes dice al condenado que la Romaña no estuvo nunca sin guerras en el corazón de sus tiranos (este desprecio sentía Dante hacía las nuevas SEÑORIAS), pero ahora ningún conflicto se está manifestando. Dante no lo dice, pero la paz era fruto de la intromisión de BONIFACIO que había a la fuerza hecho alear los señores de BOLOÑA con los marqueses de FERRERA, mientras las otras ciudades se mantenían prudentemente dentro de los propios límites territoriales.
CANTO VIGÉSIMO OCTAVO
En esta punto Dante inicia a describir a cada condenado. El primero donde cae la atención está abierto en el centro, como los barriles que tienen roto los ejes de la base, y Dante se detiene con desprecio y con un lenguaje lo más desmenuzado posible a describir la miseria de un condenado hacia el cual no quiere despertar la mínima idea de compasión. El pecador está abierto desde la barbilla hasta donde se ventea (el culo) y entre las piernas cuelgan las tripas, y se ven las entrañas y el estómago ("triste saco que hace mierda de lo que se embucha"). Él se abre el pecho casi para crear compasión en Dante, pero la indignación de Dante se refleja en toda la meliflua mezquindad de las palabras que le hace decir: "¡Mira cómo me desgarro! /¡mira cuán estropeado está MAHONA! / Delante mío va llorando ALI, / partido el rostro del mentón hasta el copete"
CANTO VIGÉSIMO NOVENO
Hablando así con Virgilio, Dante llega a la orilla de la próxima fosa y la primera impresión que recibe es auditiva: lamentos fuertísimos que golpean la piedad como flechas con punta de hierro, tanto que Dante debe cubrirse las orejas con las manos.
De nuevo Dante hace una similitud hipotética (después de aquella de los mutilados de las guerras del sur de Italia en Inf. XXVIII 7-21) es decir por una suma de imágenes que a pesar que se sumen no serían suficientes para representar el horror de la fosa: Dante cita los hospitales de Val di Chiana, de Cerdeña y de Maremma en los meses de verano, zonas infectadas de malaria, el cual olor no se comparaba al del infierno. Mientras baja la vista se vuelve nítida y puede discernir los enfermos que son los falsificadores castigados por la inefable justicia de Dios. Para describir el dato visible Dante hace otra similitud, esta vez tomada del repertorio clásico (la continua mezcla de personajes, figuras, temas y estilos del mundo clásico, mitológico, bíblico y contemporáneo será la característica más destacada de esta fosa): como en las metamorfosis de Ovidio, Dante recuerda la peste de EGIA, que golpeó a todo el pueblo de la isla griega, comprendidos los animales, a excepción del rey que pidió después a JUPITER de transformar las hormigas en hombres (los llamados mIRMIDONES), así en la fosa había pilas de enfermos.
CANTO TRIGÉSIMO
En este punto Dante pregunta quienes son los dos condenados que se apoyan sobre Mastro Adamo a la derecha. El responde que ya estaban aquí desde ante que él llegó a esta fosa y que una es aquella que acusó a Jose (la esposa de Putifar, personaje blblico), mientras que el otro es , el Sinon ciego que engañó a los Troyanos para hacerles aceptar el caballo de troya. Ellos son dos mentirosos, dos falsos de palabra y sorprende la mezcla de este canto, donde un personaje contemporáneo, uno bíblico y uno mitológico-literario están juntos y dos de ellos (Sinón y Mastro Adamo) interactuarán entre ellos dentro de poco.
La pena de estos dos mentirosos es sufrir fuertísimas fiebres, que humean vapor alrededor como húmedas manos en invierno. Tampoco en este caso se puedo esclarecer exactamente el contrapaso. Mastro Adamo dice que también emiten hedor.
CANTO TRIGÉSIMO PRIMERO
En tanto Dante inicia a visualizar la cara, el pecho, el vientre y los brazos que cuelgan a los lados del gigante más cercano. Con esta visión extraordinaria le viene en mente al poeta una reflexión sobre la Naturaleza, que según él hizo bien en detener el "arte" de crear tales seres, generalmente ejecutores de Marte, es decir instrumento de guerra. Ella crea todavía hay elefantes y ballenas sin arrepentirse, y en esto quien mira sutilmente lo juzga justo y discreto: como en los gigantes se suman la razón y la mala intención en potencia, contra el que nadie puede esconderse, en los grandes animales no.
La cabeza del gigante recuerda a Dante el bulbo de la Basilica de san Pedro, un bulbo de bronce romano que en ese entonces estaba situado delante a la iglesia del papa y que hoy se encuentra en el patio creado a propósito por Bramante en los Palacios vaticano: era alto más de cuatro metros; los otros miembros, describe Dante, estaban proporcionados a tal medida (es la primera de las nociones métricas que el poeta pone para dar realismo a la descripción y que por cada gigante dan un resultado alrededor de los 25 metros).
CANTO TRIGÉSIMO SEGUNDO
Dante está entonces en la triste fosa sobre el cual se apoyan con la base todas las otras rocas del Infierno. Aquí no encuentra palabras adecuadas para describir completamente el "jugo" de su pensamiento, y en el Dante-escritor aparece el miedo de no estar a la altura: después de todo narrar el fondo del universo (el punto más bajo del cosmos según la concepcion tolemaica geocentrica, entendido como el más lejano de Dios) no es empresa a tomar en chanza ni de la lengua que dice mamá y papá.
Sobre qué cosa entendiese Dante con la lengua de "mamá y papá" no está claro y es objeto de controversia: la explicación más simple es que indica la lengua infantil, ¿pero por qué Dante habría necesitado usar una lengua de niños ahora? De otro modo viene considerada como el italiano en general, a pesar que la expresión aparece un poco degradante hacia aquelvulgar que Dante justamente con su Comedia se proponía de ennoblecer; mediando las dos hipótesis se puede entender la expresión como indicando un idioma instintivo, al contrario de la lengua controlada y rebuscada del lenguaje del arte literario. Puede ser útil la cita del De vulgari eloquentia, donde Dante condenaba "mamá" y "papá" como términos infantiles no aptos para el estilo elevado, quizás se entiende en este caso como el estilo apto a lo que el poeta se preparaba a describir.
CANTO TRIGÉSIMO TERCERO
El día siguiente Ugolino siente llorar a sus hijos y les escucha pedir pan: la narración es interrumpida por un reproche de Ugolino que le dice a Dante (pero también al lector) que es bien cruel si todavía no siente dolor por lo que estaba por suceder: después de todo, si no llora por esto, ¿por qué cosas lo hace? En el fondo Ugolino todavía no dijo nada de terrible, pero estas interrupciones aumentan la expectativa trágica y enfatizan el gran crescendo del episodio.
En la hora en la cual generalmente era llevada la comida, él sintió que cerraban la puerta de la horrible torre. En silencio Ugolino mira en la cara a sus hijos, y su mirada ya debía estar llena de desesperada tortura porque Anselmo dice:"¿Mírate, padre, que tienes?". Pero Ugolino no responde, incapaz de hablar y llorar. Pasa un día entero, y una noche y otro día todavía: un rayo de sol le muestra como su desesperación y flaqueza están pintadas, como en un espejo, sobre las caras de los hijos y por el dolor Ugolino se muerde las manos. En este pasaje se revela ya como Ugolino, extraño a cualquier forma de arrepentimiento o espiritualidad, se haya ya transformado en aquella suerte de piedra viviente que será su castigo en el Cocito congelado.
A lo que, creyendo que lo hiciese por el hambre, se levantaron los hijos y le ofrecieron de comerse a ellos, de tirar de aquellas carnes que él había hecho: se calmó después para no entristecerlos, y ese día y el siguiente estuvieron callados. De nuevo una invectiva que señala una pausa y prepara al sucesivo capítulo de la trágica narración: "Ay dura tierra, ¿por qué no te abriste?"
*que fue la peste egia?
*a que se refiere con "los condenados estan pintados?
esos cantos no son los mismos que los del cuento, no tienen ninguna relacion
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